miércoles, 26 de enero de 2011

LA HABANA PARA ANA

La Habana para aprender a describir.
He pateado sin descanso, los olores preferidos de mi Habana: el campo de Marte, el populoso Barrio Chino y el Paseo del Prado. Camino con mimo esta ciudad que siempre me parece nueva No me cansaría nunca de habitarla, aunque ahora esté llena de turistas y ya no escuchen, apenas, las canciones del Che.
Es la ciudad de mis sueños. Quizás sea ella mi alma gemela. Quizás mi alma gemela esté aquí. Camino lleno de luz, asombrado por la mezcla de colores, de razas, de músicas, de cuerpos, de ritmos…


Hoy me he dejado llevar por mi propio instinto y me he perdido. Mis pasos me han llevado por calles llenas de luz que desconocía.

Me perdí, callejeando, me perdí. O me encontré. Por que mis pasos me descubrieron una ciudad multirracial, caótica y colorista, llena d vida, de música de un ritmo vital, de aguadores, de afiladores, de mulatas, de más mulatas, de chinos, de salsa, de maní, de olor a carne asada, de casas abiertas de par en par, de casas, de calles inmensas sin un solo coche, sin bicis, sin prisas, sólo de gente que viene y que va.
Llenas de bicis, pletóricas de ñus, ron, de sexo a raudales, sensuales y luminosas, de parejas que se aman y se abrazan y se besan sin tiempo y sin miedo al tiempo. De mujeres ardientes y hombres más reposados.
De calles inmensas repletas de columnas barrocas, coloniales y de otras columnas que caminan las calles. Rostros del negro yoruba, rostros del negro bien negro. Calles mulatas, calles negras, calles blancas.
Me pierdo y dejo me dejo perder y dejo que mi alma quede cautiva, enamorada. De nuevo enamorada. De nuevo rendida. De nuevo.
Recojo los colores que te prometí. Creo que he sido un buen lazarillo.
Un paseo final, antes de la última noche. Un paseo de seis kilómetros. A la derecha el Caribe y las habaneras, quietos, mirando el mar, hablando, susurrando, charlando en voz baja, Escuchando músic
Habaneras dormidas, habaneras que abrazan, que rodean y envuelven al amante. Que no se detienen que lo envuelven en su cuerpo y quedan, amándose, como suspendidas en un instante de eternidad. Me detendría acaso a cada paso, Me gustaría meterme en su mirada, en su alma, saber…
Pero prefiero caminar despacio, dejar que la vida me desborde y me arranque, que la arrasadora utopía de la vida entre en mí. Hay grupos y parejas. Familias y amigos…
Y una mujer, una muchacha sola. Viste una cazadora verde o azul, -mis ojos en la noche no valen casi nada-. En esta noche tan hermosa ella está como aislada.
Mi mirada se detiene en la suya apenas un instante. Esta sentada. Bebe un refresco de limón. Su mirada posee todos los ingredientes de lo que amo en La Habana.
Su mirada es tan nítida, que desvelo su alma. Abre los labios iniciando una sonrisa, llena los pulmones de aire y me mira.
Sus ojos brillan más que ningún otro. Y en ese intervalo de cinco pasos en los que nos miramos. Me cuenta con  sus ojos una historia. (Una historia que Plinio no puede contar.)
Sueño con ella, pero, cuando despierte, ya no estaré aquí. Volveré esta noche a verla, después de todo. Y simplemente repetiré ese mismo gesto.
Mañana, tengo que regresar, aunque mi alma demore semanas o meses en hacerlo. Quizás nunca regresé del todo. Por eso amo La Habana, Quizás. Sólo quizás.  JESÚS ÁNGEL REMACHA

JUAN EDUARDO ZUÑIGA, DE NUEVO FAULKNER

miércoles, 19 de enero de 2011

TE QUIERO BARÇA

Me gusta la estética, la belleza, el arte más allá del arte que sea. No me gusta el fútbol. Me parece un esperpento para entretener conciencias. Panem et circenses. 
No ví ningún partido del Mundial. Descansé en un silencioso balneario en compañía de mi peliroja favorita. Me gusta el juego, el arte del Barça. Al Madrid le sobran kilos y kilos de soberbia. Y de historia. Siguen, como niños, muy entretenidos, mirando por su retrovisor. Jesús Ángel Remacha